Los malos hábitos alimenticios ¿se heredan o se aprenden?
- Nutrilunch
- 30 nov 2015
- 7 Min. de lectura
Decirle al niño: “Cómete todos los vegetales” mientras usted no lo hace, o bien “no tomes refrescos” y usted no puede almorzar sin un vaso gigante de gaseosa, no fomentará en su hijo buenos hábitos alimenticios, porque al final no hará lo que digan los padres, sino lo que observen a diario.
Así es la enseñanza, de allí la importancia de ser coherentes con las normas que se implementan en casa, de manera que el pequeño aprenda más con el ejemplo que con las palabras.
Se estima que 100 millones de personas en todo el mundo tienen exceso de peso, y en Venezuela se calcula que un 20% de la población presenta exceso de peso, y ocupa el sexto y nada privilegiado puesto en la lista de países que sufren de obesidad a escala mundial.
Más importante que sus implicaciones en la apariencia física, la obesidad puede causar una serie de enfermedades metabólicas que ponen en riesgo la vida de las personas, como la diabetes tipo 2 y diversas cardiopatías.
Como dijo Dolores Álvarez, directora del Instituto Nacional de Nutrición del estado Lara, en este momento, preocupa más el sobrepeso, obesidad en los niños y adolescentes, que la propia desnutrición, puesto que ésta se encuentra casi erradicada del país.
Por su parte, Wilson Muñoz, medico cirujano especialista en nutrición, afirmó que los malos hábitos alimenticios vienen preestablecidos por la madre desde el útero, por lo cual es necesario durante el desarrollo inculcarles una dieta equilibrada y actividad física constante.
Mientras que el médico internista y nefrólogo, Jorge Domínguez, explicó que aproximadamente 30% de los rasgos físicos de la gente obedecen a factores genéticos, y el resto lo definen factores modificables como la alimentación y el estilo de vida.
Gordo versus fuerte
Para muchas familias, el tener un hijo “gordito” es una señal de que el niño es fuerte y lleno de salud, sin saber que cuando un infante supera el 20% de su peso ideal según la edad, talla y sexo se considera obeso.
Los expertos opinan que lo importante no es que el pequeño esté gordo o delgado, sino que esté sano y es por esto que los padres deben evitar fomentar las causas modificables de enfermedades crónicas como la diabetes, dislipedemia e hipertensión arterial.
Entre los puntos que deben estar atentos los padres y representantes, se encuentra el número de horas que pasa un infante frente a la televisión o que invierte en los videojuegos, lo cual se traduce en falta de actividad física; el auge de la comida rápida y las superporciones, y en este sentido, evitar premiarlos con este tipo de alimentos.
“Venezuela es el sexto país con más población obesa en todo el mundo. Lo más crítico es que esos obesos son niños de 15 años de edad en adelante y la enfermedad comienza a muy temprana edad. Las proyecciones indican que en el 2020 ocuparemos el quinto lugar”, informó Carlos Lezama, director médico de Calox International.
Más atentos en clases
Una adecuada concentración de nutrientes aporta lo necesario al organismo para la buena formación y funcionamiento de los órganos, al tiempo que contribuye a la agudeza visual, mejora la capacidad cognoscitiva y facilita el aprendizaje.
Por ello, aunque dentro del hogar la alimentación sea balanceada, se debe garantizar que las comidas y meriendas en su lugar de estudios o cuando esté al cuidado de otra persona, sean saludables.
Para salvaguardar la salud del niño, lo ideal es prepararles los alimentos que comerá fuera de casa, con la conocida lonchera que debe contener los nutrientes necesarios para que el pequeño pueda hacer frente al gran desgaste que tienen durante las actividades durante clase, recreo y prácticas deportivas.
Es bueno tener como premisa desayunar en casa, para asegurar que el niño comience el día bien alimentado.
Asimismo, durante los primeros meses de vida, el consumo de sustancias como la luteína, que está presente en las frutas, verduras, leche materna y fórmulas lácteas infantiles, adquiere una importancia vital en la formación del sistema ocular, ya que actúa como fotoprotector y neutralizador de la acción de los radicales libres que ocasionan daño en la retina, especialmente de los niños a temprana edad.
Lonchera equilibrada
Una lonchera escolar debe tener entre 250 y 300 calorías que no reemplacen el desayuno ni el almuerzo, y dependerá de la estatura promedio, la edad y a la cantidad de actividad física que realiza un niño en edad escolar.
Es recomendable que la lonchera escolar cumpla con las siguientes características:
* Apariencia atractiva.
* Colores variados.
* Olor agradable.
* Ni muy dulce ni muy salado.
* En el caso de los alimentos dulces, siempre es bueno medir su ración y sustituir las chucherías por alimentos hechos en casa, en este sentido se debe evitar el uso de alimentos elaborados con azúcar blanca.
* Adecuada consistencia de los alimentos que ayuden a mantener la salud bucal.
* Cumplir con las normas de higiene y seleccionar los alimentos que puedan ser consumidos a temperatura ambiente y los que necesiten refrigeración.
Una lonchera nutritiva debe incluir alimentos de los diferentes grupos: carnes o proteínas (contenidas en el jamón, queso y pollo, entre otros), almidones (contenidos en el pan, arepa, galletas), vegetales (tomate, lechuga, alfalfa, zanahoria, etc.) y frutas enteras como manzana, cambur, mandarina o licuadas en jugos naturales.
Calidad y cantidad
La pediatra y nutróloga Livia Machado, aseguró que el cuerpo humano siempre está en formación, pero existen dos fases de crecimiento rápidas y fundamentales: de 0 a 2 años y la pubertad.
Dijo que una adecuada nutrición no sólo da buenos resultados inmediatos, sino también a largo plazo, ya que los riesgos de desarrollar enfermedades disminuyen y hará que los órganos funcionen mejor en la adultez.
La especialista en pediatría y nutrición comentó que lo ideal es que los niños en edad preescolar, además de las fórmulas lácteas, consuman raciones de comida que no superen el 50% de lo que comen sus padres -la mitad de un sándwich, arepa, fruta- y que ingieran alimentos naturales.
Recomendó evitar las frituras o grasas agregadas, minimizar la ingesta de las salsas, cremas y alimentos para untar, así como el azúcar y la sal.
Para finalizar, la doctora Machado recomendó a los padres que en el desayuno alimenten a los pequeños con una arepa pequeña asada, con queso o cualquier producto cárnico, y evitar comidas fritas como las empanadas, porque, a pesar de tener la misma proporción de proteínas y carbohidratos, la segunda contiene muchas más grasas saturadas.
“El problema no es la cantidad que se consume, sino la calidad. Las grasas buenas pueden convertirse en malas cuando se fríen”, concluyó.
Evitar chucherías
* Se debe evitar incorporar chucherías o gaseosas en la lonchera, no debe hacerse de los dulces un hábito.
* En caso de agregar alimentos dulces, se pueden agregar preparaciones caseras de bizcochos, tortas o galletas; y jugos naturales o trozos de frutas; donde en todos los casos se controle la cantidad de azúcar añadida.
* También se debe restringir el consumo excesivo de sal y alimentos ricos en sodio: enlatados, embutidos, cubitos, adobos, salsas preparadas, y ahumados, entre otros.
* Es bueno recordar que la educación alimentaria comienza por casa. Los niños deciden qué comer y cuándo comer, según lo observado en el hogar.
* Es necesario rescatar los momentos de compartir en familia sentados en la mesa, incorporar vegetales y frutas, para que los niños se acostumbren a ver estos alimentos como algo normal, y así no les extrañe consumirlos en la escuela.
Prácticos ejemplos
A continuación se presenta un menú modelo con diversas opciones para armar una lonchera escolar sana y completa:
• Sándwich de queso con alfalfa y ruedas de tomate / cambur / bebida achocolatada.
• Arepa de jamón y queso / palitos de zanahoria (aperitivo) / mandarina.
• Cereal con leche o yogurt / melón en trozos / galletas hechas en casa, preferiblemente endulzadas con edulcorante sin calorías o azúcar morena.
• Tortilla de huevos, papa y calabacín / pan tostado / jugo de naranja natural.
• Arepa de pollo en tiras con pimentón / jugo de mango / maní, nueces y/o almendras.
Fuente: INN
Niño obeso = adulto enfermo
La obesidad se trata de la acumulación excesiva de grasa corporal, especialmente en el tejido adiposo, y que se puede percibir por el aumento del peso corporal. Los niños que comienzan con una obesidad entre los seis meses y siete años de vida tienen una probabilidad del 40% de ser adultos obesos.
Esos “rollitos o pliegues de sobra”, más allá de lo estético, provocan significativas consecuencias:
* Aumento en la presión arterial (hipertensión).
* Aumento de los niveles del colesterol general (hipercolesterolemia), especialmente del “colesterol malo”.
* Altos niveles de insulina en la sangre (hiperinsulinemia).
* Problemas respiratorios al dormir (apneas de sueño).
* Problemas ortopédicos, especialmente de articulaciones.
A todos estos trastornos de salud hay que sumarles los problemas psicológicos ocasionados por la discriminación de los compañeros del colegio, baja autoestima, dificultades para relacionarse con los demás y el impacto negativo en el rendimiento escolar, entre otras complicaciones.
En cifras
• En el año 2000 se registraron 35 millones de diabéticos en el continente americano, 19 millones (54%) vivían en América Latina y el Caribe.
• Proyecciones indican que para el 2025 la incidencia de diabetes en América ascenderá a 64 millones, de las cuales 40 millones (62%) corresponderán a los pueblos latinoamericanos y caribeños.
• Cuando los niveles de colesterol se ubican entre 200 y 239 mg/dl se considera que existe un riesgo cardiovascular intermedio, pero si se trata de personas con otros factores asociados como la diabetes, pasa a ser elevado.
• Al sobrepasar los 240 mg/dl el riesgo cardiovascular es alto y se recomienda iniciar cambios en el estilo de vida, sobre todo en lo concerniente a la dieta y el ejercicio físico.
• Si el índice de masa corporal está por encima de 30 ya se considera que la persona es obesa, si el cálculo es de 40 o más se cataloga como obesidad extrema.
• Las personas cuya presión arterial sistólica esté entre 130 y 139 milímetros de mercurio y la diastólica oscile de 85 a 89 mm Hg tienen hipertensión leve. Cuando los cifras los 210 mm Hg para la sistólica y 120 mm Hg para la diastólica, el grado de hipertensión es muy severo.
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